Nueva York, 17 ago (Prensa Latina) Casi siempre está rodeado por una turba densa de personas, incluso en los días de invierno, hasta allí llegan porque quieren tomarse una foto o tocarlo en curiosos lugares de su anatomía taurina de bronce.
Las filas de los turistas son inmensas, ya sea para posar junto a la cabeza o entre las ancas del famoso toro de Wall Street, que es para muchos un símbolo del Distrito Financiero, en el bajo Manhattan.
Dicen que tocarle los testículos da buena suerte y dinero, y allá van hombres y mujeres a frotarlos y agarralos, y sonríen a la cámara entre las patas de la escultura del artista italoamericano Arturo Di Modica.
Hay quien se atreve a subirse al toro e imita una monta, hay quien le agarra los cuernos, y hay quien le toca el hocico… una pátina más dorada cubre casi toda la cabeza del animal de tanto manoseo.
La historia de su creación es casi de leyenda, después de la caída del mercado de valores en 1986-1987 y en un arranque de inspiración Di Modica reunió su dinero y costeó él mismo los materiales para la creación del toro, que moldeó en secciones, ensambló y pulió en su estudio en SoHo.
Para seguir la historia épica, Di Modica cuenta que ideó un «plan secreto» para trasladar y ubicar la estatua frente al edificio de la Bolsa de Nueva York, una tarea al estilo de la franquicia Misión Imposible pues el toro de bronce pesa 3,2 toneladas y tiene unos tres metros de alto.
En la mañana del 15 de diciembre de 1989 apareció la inmensa escultura frente a la Bolsa, la prensa dice que los corredores de Wall Street lo amaron enseguida, pero ese mismo día las autoridades de la ciudad se lo llevaron debido a preocupaciones de tráfico y seguridad.
Luego le encontraron un lugar permanente en el Parque Bowling Green, donde sigue hasta la fecha embistiendo la calle Broadway.
Según expresó Di Modica, quería con esa estatua simbolizar la determinación y el espíritu de los estadounidenses, especialmente de la gente de Nueva York, después de una de las más fuertes caídas de Wall Street.
Ante la creciente popularidad de Charging Bull, muchas compañías adoptaron su imagen y su creador levantó varias demandas por violación del copyright (derecho de autor), alegando que se beneficiaban vendiendo réplicas del toro y utilizando su imagen en campañas de publicidad
De hecho, ahora para comercializar reproducciones de esta obra es necesario tener una licencia que lo permita, lo cual parece bastante lucrativo para Di Modica.
Si bien la escultura aún es de su propiedad, el artista se ha ofrecido a venderla siempre que no cambie su ubicación actual, en el Parque Bowling Green.
Di Modica también ha erigido versiones parecidas de esa obra en Shanghai, China, y Amsterdam, Holanda. Incluso, cuenta con una serie de cinco estatuas que espera instalar en ciudades de todo el mundo.
El famoso Toro de Wall Street estuvo acompañado durante los últimos dos años, pero a su creador no le gustó nada la idea de que una niña de bronce -de poco más de un metro de estatura- le plantara cara al animal, pues a su entender, corrompía la «integridad artística» de Charging Bull.
Después de muchas pataletas y amenazas de demandas, consiguió alejar en noviembre de 2018 a la «amenazante» niña, y la estatua de la artista uruguaya Kristen Visbal fue reubicada frente a la Bolsa de Nueva York.
Ahora, una pequeña inscripción se encuentra en el lugar donde antes estaba Fearless Girl (la Niña sin Miedo) y recuerda su coraje, mientras que el inmenso toro sigue disfrutando su protagonismo y continúa rodeado de personas, salvo en los días más crudos de invierno o en las primeras horas de la mañana.
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